martes, 26 de julio de 2016

Nuestro Lugar


A pesar de que el Informe Mundial sobre el Envejecimiento, publicado por la Organización Mundial de la Salud, afirme que «Existen pruebas fehacientes de que los servicios geriátricos especializados en la atención de cuadros agudos ofrecen una asistencia de mayor calidad, con internaciones más cortas y menores costos que la atención hospitalaria general», la gerente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón – María Codesido – ha decidido llevar a cabo los planes de la Consejería de Sanidad de “impulsar la Geriatría” sacrificando más de la mitad de las camas de la Unidad Geriátrica de Agudos (UGA) del centro en el que trabaja desde hace tan sólo ocho meses.

Esta reforma, que se ha acompañado de otras medidas que también han generado polémica entre los médicos internos residentes (MIR) de todas las especialidades y los servicios de Reumatología, Alergia, Microbiología y – entre otros – Radiología, ha sido justificada por el director general de Coordinación de la Asistencia Sanitaria (y por la propia Sra. Codesido) con unas reformas en el Instituto de Oncología del hospital que, a fin de cuentas, tienen como objetivo potenciar el servicio de Oncología Médica.

Por lo tanto, y a pesar de que la Consejería jure y perjure que “la Geriatría es una de las palancas en las que se tienen que apoyar”, resulta cuanto menos paradójico que, queriendo hacer crecer la especialidad, en el Gregorio Marañón se vaya a someter a la Geriatría a semejante tijeretazo. Un tijeretazo que, además de que ya ha sido denunciado por el sindicato de trabajadores sanitarios CSIT-UP, también ha servido como motivo para el envío de una carta al periódico El País – firmada por un médico geriatra – cuestionando la decisión de una gerencia que, aparentemente, es incapaz de mantener la integridad de la UGA en un centro de 1600 camas.

Ante este panorama, los geriatras de la comunidad de Madrid – con un más que notable apoyo por parte de profesionales de otras comunidades – han seguido luchando por la mejoría de la atención sanitaria al paciente anciano. Desde el aumento de documentación en distintas páginas web sobre la importancia de las UGA, pasando por la publicación de fotos de personal de servicios de Geriatría mostrando su apoyo a la causa y hasta notándose un incremento en la participación del hashtag #GeriatriaEnAgudos en Twitter, los médicos y enfermeros de esta especialidad siguen haciendo ruido para ser escuchados. Y lo han sido.

Jesús Sánchez Martos, especialista en Medicina y Salud Laboral y actual Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ha publicado un tuit en respuesta a muchos “geriatras preocupados” en el que confirma la importancia del rigor y transparencia y en el que además menciona que el próximo día dos de Agosto se reunirá con el presidente de la Sociedad Española de Geriatría el presidente de la Comisión de Especialidad (el Dr. Alfonso Cruz Jentoft) [corregido después de que se le aclarase al Consejero - vía Twitter - que el Dr. Cruz no es el presidente de la SEGG]. Sánchez Martos, que lleva cerca de un año en el cargo, es un defensor del diálogo y de la creación de pactos, habiendo afirmado en una entrevista concedida a Redacción Médica en Abril de este año que – y cito textualmente – “el mejor pacto es el que todos ganan y nadie pierde”, por lo que esta reunión debería estar marcada en nuestras agendas.

Y es que Sánchez Martos no sólo parece estar dispuesto a dialogar, sino que además se mostró irritado ante un tuit redactado por mí en el que yo, inocentemente, comentaba la falta de comunicación y transparencia que al parecer gobierna en el Hospital Gregorio Marañón, un centro en el que hace tres meses – y por poner un ejemplo confirmado por varias fuentes – se decidió suspender el complemento personal transitorio de los sueldos de todos sus residentes sin previo aviso, o en el que ha habido un escándalo en el servicio de Anatomía Patológica. A pesar de ello, y de que – por poner otro ejemplo – las obras en el Instituto Provincial de Rehabilitación (planteadas para habilitar el que posiblemente sea el próximo epicentro del servicio de Geriatría tras la disolución de su Unidad de Agudos) comenzasen en plena jornada laboral y sin haber avisado a sus profesionales con anterioridad, Martos se defendió con lo siguiente (haciendo referencia a la falta de comunicación y transparencia de la gerencia del hospital):

@GPreocupado Vd precisamente sabe que no es verdad. Pero en fin…El tiempo nos pondrá a todos en el lugar que nos corresponde. A Vd también

Yo ya le dije que no es el tiempo el que nos pone en el lugar que nos corresponde, sino que, visto lo visto, eso debe de ser competencia de las gerencias de los hospitales.

Pero a eso ya no contestó.


Dr. GP

Enlaces de Interés:
- Informe mundial sobre el envejecimiento (Organización Mundial de la Salud): click aquí.
- Entrevista a César Pascual Fernández sobre el traslado de la UGA del HGUGM: click aquí.
- Artículo de madridiario.es sobre la denuncia de los sindicatos por el desmantelamiento: click aquí.
- Carta de un médico geriatra a El País sobre la situación en el H. Gregorio Marañón: click aquí.
- Post anterior del blog, titulado “Se Hace Saber”: click aquí.
- Conversación con J. Sánchez Martos en Twitter: click aquí.

sábado, 16 de julio de 2016

Se Hace Saber



Tal vez haya llegado ya a vuestros oídos la noticia de que la Unidad Geriátrica de Agudos (UGA) del Hospital Universitario Gregorio Marañón (HGUGM), referente a nivel nacional e internacional, iba a ser desmantelada por orden de la gerente del mismo hospital, incorporada desde Noviembre de 2015 tras su paso por el Hospital Universitario Puerta de Hierro.

Esta noticia, que no resultó todo lo polémica que debiera por eso de que la Geriatría no deja de ser la especialidad dedicada a ese sector de la población tan olvidado y por el que muy pocos velan, es falsa. Y si digo que es falsa no es porque quiera retroalimentar la pesadilla a la que se enfrentan los profesionales de dicho servicio, sino porque la realidad que yace bajo la decisión de limitar el número de camas de agudos de un servicio que brilla por su alta calidad, es mucho peor de lo que parecía.

Hace unos días, César Pascual Fernández – director general de Coordinación de la Asistencia Sanitaria –, defendía que “las obras en el Instituto de Oncología” – edificio en el que, a día de hoy, está localizada la UGA – “obligan a moverla a otra zona del centro sanitario y a trasladar parte al Instituto Provincial de Rehabilitación”. Este comentario, que no deja de reflejar el clarísimo sinsentido que supone reducir el número de camas de pacientes agudos a costa de ampliar el de las camas destinadas a paciente convalecientes (porque si quieren ampliar, o que potencien ambas, o que amplíen las de convalecencia sin sacrificar las de agudos), aunque desmiente el rumor de que la unidad en cuestión iba a ser cerrada, ni hace justicia a la realidad a la que se enfrentan los trabajadores del hospital, ni especifica que – según tiene entendido la mayoría del personal del centro – las obras del Instituto Oncológico no se realizarían si no se hubiese decidido cortar las alas a Geriatría a costa de potenciar la Oncología.

La UGA del HGUGM a día de hoy cuenta con dieciséis camas, una planta especialmente habilitada para el paciente anciano (habitaciones amplias, barandillas en los pasillos para facilitar la deambulación, etc), un equipo de enfermería específicamente formado para atender las necesidades de los enfermos geriátricos, personal del indispensable trabajo social y un equipo médico compuesto por varios adjuntos y residentes. Si el traslado al edificio central de la ciudad hospitalaria fuese íntegro, esta decisión no tendría mayor repercusión salvo la puramente física, puesto que, al abandonar la planta, se perderían las instalaciones específicamente adaptadas a lo largo de estos años para los pacientes ancianos. Sin embargo, el traslado no va a ser simplemente físico, sino que, al parecer, el número de camas para estos pacientes se vería reducido a diez, el traslado de todo el equipo de enfermería (repito: específicamente formado en el arte [sí: arte] de atender al paciente geriátrico) sería inviable, y la calidad de una unidad que, a día de hoy, es el lugar al que muchos de los pacientes prefieren ingresar, podría verse afectada.

Y no me malinterpreten, porque la labor de ese fantástico equipo no se vería sólo limitado por barreras físicas. Su labor se vería limitada por la desintegración de ese grupo ya consolidado de profesionales (recordemos que la Geriatría destaca por su abordaje multidisciplinar), porque el paciente geriátrico es infinitamente más complejo que cualquier otro (y, entre otras cosas, requeriría de unas instalaciones especiales), y porque aumentar camas de convalecencia en un centro externo a la ciudad hospitalaria (que es lo que se pretende hacer) limitaría los recursos a los que puedan acceder los profesionales para estudiar al enfermo, paliar sus síntomas y optimizar su tratamiento.

Finalmente, y entrando ya en el verdadero problema, según las declaraciones de César Pascual Fernández, este incidente – por ahora muy centralizado sobre el HGUGM – podría dar comienzo a un efecto dominó que afectaría a todas las UGA de la Comunidad de Madrid. Porque, por mucho que Pascual Fernández prometa que se van a crear nuevas UGA, si el primer paso para conseguirlo es debilitar las que, además de pertenecer a hospitales de alto nivel, ya han demostrado ser potentes, resulta cuanto menos evidente que los planes de la Consejería pueden ser otros muy distintos.

Ante esto, los geriatras de la comunidad han hecho sonar las alarmas (siendo una de ellas el hashtag #GeriatriaEnAgudos, muy activo en la red social Twitter), y si lo han hecho ha sido porque en el propio Plan Estratégico de Geriatría de la Comunidad de Madrid de los años 2011-2015, se hace la siguiente afirmación:

“Uno de cada 4 pacientes que ingresan en un hospital tiene 75 o más años y de estos, dos terceras partes lo hacen como consecuencia de un proceso médico agudo. De los pacientes de 80 y más años ingresados por patología médica en Madrid, menos de un 10% lo hacen en una Unidad Geriátrica de Agudos cuando la evidencia científica muestra los beneficios en términos de eficacia (reducción del riesgo de deterioro funcional e institucionalización) y eficiencia (reducción en un 10% de la estancia y costes hospitalarios) de estas unidades con estos pacientes.”

Por lo tanto, si las Unidades Geriátricas de Agudos han demostrado su eficacia, que se nos explique por qué quieren limitarlas. Y, por supuesto, si tal y como dice César Pascual Fernández, su apuesta es “crear unidades geriátricas de agudos en hospitales donde todavía no hay” (una decisión que todo geriatra aplaudirá), que también se nos explique por qué la gran mayoría de geriatras preocupados como yo no sólo no sabíamos nada de esto, sino que además hemos empezado a temer - visto lo ocurrido en el HGUGM - por la integridad del resto de las UGA de los hospitales de Madrid. 

Porque reducir el número de camas de este tipo de unidades, no sólo es un atentado contra la especialidad, sino también contra los pacientes ancianos.

Así que, lectores, ¿sois también geriatras preocupados?.


Dr. GP